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La carrera del arbitro

Walter Richard / especial para LBL
Ser árbitro de fútbol debe ser el sueño de pocos y es, seguramente, uno de los trabajos más ingratos del deporte. Pero también es un mundo desconocido y, para la mayoría de aquellos que forman parte de él, una pasión, un gran lugar para vivir.
No es sólo una carrera, es una vocación, una forma de vida. A la gran mayoría de los apasionados del fútbol jamás se les ocurriría entrar al mundo de la pelota vestidos de negro. Sin embargo, a muchos otros, el referato les permite, una vez retirados de las canchas como jugadores, seguir siendo parte de ese selecto grupo que puede vivir de la pelota.
La carrera de árbitro es tan larga, y probablemente tan sacrificada como la de un futbolista. Aunque se desconozca, el réferi debe sortear todas las categorías, destacándose en cada una de ellas, si es que quiere llegar a lo más alto del fútbol argentino.

El camino, lejos de ser sencillo, ofrece muchas complicaciones. Existen dos formas, en la Capital y en el interior. En Buenos aires y en Capital,  para empezar, el aspirante a árbitro debe contar con el Ciclo Básico completo, (quinto año aprobado) presentar una comprobada aptitud física para la práctica deportiva, mediante estudios médicos y tener no menos de 17 años de edad, según requiere la Asociación Argentina de Árbitros y el Instituto Superior de Arbitraje, que depende de la A.F.A. (uno de los entes más importantes para seguir la carrera de árbitro), como otras escuelas avaladas por el Consejo General de Educación, quienes emiten titulo con validez nacional.
Además, no deben presentar enfermedades irreversibles, disminución auditiva, merma del 20 % en la visión binocular o alteración en la percepción de los colores.
Entonces, comienza la capacitación del futuro árbitro. Se ingresa a la Escuela de Árbitros. El curso tiene una duración de dos años (con curso lectivo entre marzo y diciembre) y consta de materias de estudio como Teoría de la Ley de Juego (reglamento), Historia y Organización del Arbitraje, Sociología y Psicología del Arbitraje, Funciones del Juez (Ética y Deontología) y Estructura Técnica del Deporte (Técnica, Táctica y Estrategia del Juego). Además, los aspirantes deben aprobar prácticas de campo y exigentes pruebas físicas.
Con el título en la mano, AFA exige que los recibidos de todas las escuelas realicen un curso de homologación de cuatro meses antes de empezar a trabajar en los torneos de su jurisdicción.
Pero el título no hace al árbitro. La conformación del profesional, no se hace en un partido, sino con la sumatoria de los años de trabajo”. El réferi comienza una larga carrera laboral que tiene sus inicios en las categorías más humildes de AFA, pero que no tiene un destino asegurado.
Cada árbitro se inicia en la Clase 5, la cual comprende las categorías de infantiles, inferiores, y de réferi y juez de línea de Primera C y Primera D. Después, son promovidos por el Colegio de Árbitros, que está compuesto por un Presidente y cinco vocales, se encarga de: organizar y supervisar el funcionamiento de la Escuela de Árbitros; proponer al Comité Ejecutivo la incorporación y designación de réferis; clasificarlos por categorías, promoverlos, relegarlos o excluirlos; supervisar sus actuaciones y controlar también los cuerpos de asistentes deportivos y veedores.

Además, por supuesto, se encarga de designar a todos los árbitros, jueces de líneas, veedores y asistentes deportivos para todos los partidos oficiales o amistosos que se disputen en jurisdicción de la AFA.
La promoción empieza a partir de la Clase 4, en la cual suelen quedarse la gran mayoría de profesionales. En esta categoría, los árbitros se desempeñan como jueces de línea de todas las categorías del fútbol argentino o como jueces principales en los niveles menores.
A partir de ahí, comienza la denominada “carrera de árbitro”, en la cual el profesional irá subiendo de Clase (3, 2 y 1, la más alta) y, paralelamente, de categoría. Pasarán por la Primera B Metropolitana (equivalente al Torneo Argentino A en el interior) y la B Nacional de Ascenso, para llegar finalmente a la Primera División.
Se pasa por la D, la C, por todas las categorías que impone la Asociación del Fútbol Argentino hasta llegar a Primera División. No todos llegan por supuesto. Esto es un embudo muy difícil. Como cualquier otra carrera laboral, la escala de categorías también va acompañada de un aumento paulatino de las remuneraciones.
A partir de la B Metropolitana, y en el Torneo Argentino A en el interior, los árbitros ya entran en un contrato, el cual les ofrece A.F.A. y en donde se les exige algunas obligaciones, como de entrenar, capacitarse y concentrar antes de los partidos.
Ser juez de línea o árbitro en un cruce de la Primera D puede no ser el sueño de nadie. Las precarias condiciones en las que les toca trabajar en algunas canchas del fútbol argentino y los peligros reales que corren en ciertos escenarios, podrían desesperanzar a cualquiera. Esto no esta muy alejada de la realidad del fútbol nuestro, del local, ya que sigue siendo fútbol amateur, y por lo tanto, prácticamente, no hay diferencias, los referis pasan por los mismos avatares, con sus pro y sus contras, ventajas y desventajas, ya que trabajar en escenarios sin seguridad, en terrenos en deplorables condiciones, con precarias instalaciones, con jugadores amateur, con poca remuneración, fortalece, ya que al subir de categoría y arbitrar en estadios en mejores condiciones, se simplifica la tarea de arbitrar un partido. O bien termina acobardando a muchos y obliga al abandono, caso de muchos.
En el interior, la carrera de arbitro comienza de otra forma, mas improvisada si se quiere, pero no menos efectiva. El aspirante a árbitro se acerca a la liga de su ciudad, se anota como alumno y comienza la capacitación. Luego de unos meses (con suerte) de estudio, se inicia en el arbitraje dirigiendo categorías infantiles y juveniles en los torneos organizados por la Liga. Y así comienza su carrera. Luego de comenzada la carrera, es el instructor a cargo de la Escuela, el Colegio de Árbitros de la Liga es quien lo promueve para empezar a dirigir  las categorías de Reserva y de Primera en los campeonatos locales de la Liga. A partir de que el árbitro llega a Primera división, como arbitro o como asistente, y de acuerdo a sus capacidades físicas y técnicas, pasa a integrar la Tabla de Meritos, expedida a cada Liga del Interior afiliada a A.F.A. a través del Consejo Federal de Fútbol. Esta tabla exige, entre otras cosas, un apto medico para cada integrante. Tiene dos apartados, una lista para árbitros y otra lista para asistentes. Una vez que es presentada esta lista, se  cita a los árbitros a rendir una prueba física, la cual se debe sortear, de lo contrario, no son designados para dirigir.
En ciertos casos, (los menos) un arbitro de Liga, puede realizar el curso de arbitro nacional, mediante los cursos de capacitación que ofrece el S.A.D.R.A. (Sindicato de Árbitros Deportivos de la Republica Argentina), dictados por módulos cada dos meses, todo en un fin de semana, con una duración de dos años. O bien realizar el curso de asistente nacional, titulo que no lo habilita para arbitrar. Para estos cursos los aspirantes deben tener entre 18 y 25 años de edad.
Con el titulo en la mano, en el interior, se comienza la carrera que es mucho más dificultosa que en Capital o Buenos Aires, dado que no hay un seguimiento para los árbitros y no hay promoción. Con mucha suerte, y debido a la actuación en los partidos, mas el informe de los veedores en los campeonatos del interior, el arbitro puede llegar a dirigir Torneo Argentino B  y A.  En el caso de los árbitros de liga que no hayan realizado dicha capacitación, los árbitros que integran la Lista de Meritos, solo pueden llegar a dirigir Torneos Argentino C o Torneo del Interior, o bien como asistentes en el Torneo Argentino B, no mas, debido a carecer de titulo.