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Agrario... el tsunami de los Ceibos

Marcelo Sgalia para La Barra del Local
foto: Agrario Rocamora (1960)
Agrario Rocamora cumplirá el próximo 25 de mayo 50 años, que no son pocos para nadie pero menos para una institución que hace un enorme esfuerzo desde algunas personas para seguir teniendo al menos una actividad deportiva. La Colonia está lejos de ser el furor de sus años dorados y hoy sus habitantes son menos de mil (se estiman 700). Los futbolistas son en su gran mayoría de Concepción del Uruguay y hasta los entrenamientos en la semana son más fáciles hacerlos en La Histórica que en el propio club.
El 11 de octubre de 1960, en la administración de la Colonia Oficial Nº 6 “a fin elegir una comisión provisoria pro Club Agrario Social y Deportivo Colonia” según reza la primer acta, se reunió un grupo de vecinos para fundar una institución que los nuclee. La comisión la presidió Domingo Doulay. El Club Social y Deportivo Agrario Rocamora se fundó, unos meses después el 25 de mayo de 1961.
En tierras donadas por el vecino Paoli, se levantó la sede de la nueva institución. Como todavía no poseía cancha de fútbol se improvisaba en un potrero cercano, donde cada domingo había que cortar el pasto y limpiar los restos que dejaban los animales que pastaban en el improvisado campo de fútbol.
En 1964 Rodolfo Doulay donó un terreno frente a la sede y calle por medio –en Colonia Los Ceibos-, se construyó el actual estadio. El gran boliche de ramos generales en la Ruta J, donde se podía encontrar hasta lo más insólito y en el cual los habitantes de las colonias cercanas se juntaban sobre todo los fines de semana, ya es parte de la leyenda de Los Ceibos. “Llegaron a haber hasta ocho boliches sobre la J, hoy no quedan más de un par”, cuenta con nostalgia el Gringo Villanova, hincha del Agrario, habitante de la Colonia y nieto de uno de los primeros que habitaron tales tierras y formaron parte de los loteos que realizó en el año ’48 Scalabrini Ortiz. Es más, había dos clubes, el otro fue Libertad de Lucas. Hoy ni eso. Un club en medio del campo es mucho más que eso. Es el centro social de la colonia, nos diría nuestro amigo el Gringo. Y se pregunta ¿Porque los Moscatelli, los Lepratti, los Demarlenge, los Boffelli, los Charreun, los Francou, los Brossard, decidieron su último suspiro? Sus socios dijeron que no va más, que ya no es posible mantenerlo. Al pasar por ahí se siente la peor nostalgia, la ajena, la de un tiempo que jamás sucedió, al decir de Sabina. Y entre ese pasado añorado, se encontró alguna vez Libertad de Lucas.
Como la desaparecida Liga Zonal y con ella gran parte de sus clubes, Agrario hace lo imposible ante la modernidad para seguir adelante. Mejores caminos, autos que ya parecen naves espaciales y celulares de múltiples funciones, las promesas del capitalismo y las grandes urbes, entre otras cosas, van haciendo que los hijos de los históricos habitantes de la Colonia emigren en busca de otros sueños. Y cada vez hay menos para quedarse. “Cada vez que llega alguien nuevo a la Colonia para instalarse aquí por trabajo, aunque sea por un tiempo, preguntamos si tienen hijos. Y por ahí alguno se suma al equipo del Agrario”, cuenta uno de los hinchas del tsunami amarillo, que tras aquella expropiación de tierras a fines de la década del ’40 y los loteos a cargo de Scalabrini Ortiz, quedó con su sede social de un lado del camino, y la cancha al otro lado. Con tan solo cruzar la calle de tierra el mismo club pasa de Colonia Oficial Nº 6 a Colonia Los Ceibos. Ver a Guillermo Magne, su presidente, pasando el domingo sentado bajo la sombra de un paraíso con no más que una mesa y una silla para cobrar entradas por uno de los dos accesos que tiene Agrario en su cancha, es un ejemplo que no solo nuestro bendito fútbol debe rescatar. Lo debe mantener esta sociedad, cada vez más viciada, enferma y a los empujones. La gente que le hace bien a los clubes no necesita flashes o micrófonos, como tampoco hay que aparecer al lado de los políticos de turno palmeándoles el hombro para agradecer un subsidio.
Por suerte también hay jóvenes cerca del tsunami, peleando por lo mismo. Hay fanáticos como Martín, encargado de la página y Germán, el profe del club, a quienes verlos caminar todo el domingo de un lado a otro emocionaba. Hay que armar la cuarta, dirigirla, hacer la planilla de la tercera, atender a los periodistas, ponerle brazas al asado y ordenar un poco a los pibes dentro de la cancha… “uy, pará que éstos nos están cagando a goles”.
Deportivamente, Agrario es fútbol con las tres divisiones en las que participa del Torneo Unico. En la sede del club también se dictan clases de danza para la tercera edad. También se ha utilizado para cumpleaños de quince y donde se hacen las cenas para recaudar los pesos que permiten achicar los gastos. Pero el domingo es el domingo. Y el fútbol, fútbol. La Colonia asiste a alentar al tsunami de Los Ceibos mientras espera el próximo torneo nocturno en la que participarán entre 10 y 15 equipos de escuelas de las colonias. Se jugará una fecha en cada cancha escolar. En tal jornada al local le quedará una pequeña pero interesante suma de dinero para poder invertir en el club. Y ese domingo será una fiesta a salón lleno, con gente de todas las colonias de la vuelta.
Tan nostálgico como pasar un domingo en Los Ceibos es pararse a ver la foto del equipo de Rocamora 1960 o la reina del fútbol zonal del 72, tras una fiesta que siempre realizaba el campeón del año, donde se entregaban los trofeos, se elegía la reina y se tomaba sin parar. Esta tradición aún la mantienen en la Liga Independiente.
Agrario formó parte de la Zonal, la que llegó a reunir a 14 clubes, según dicen los más memoriosos: Los Tigres y Los Gorilas (los dos del Palacio), Libertad de Lucas, Atlético y Boca (Colonia Elía), El Potrero, Juventud y San José (después fusionados en Depro), Unión y Recreo (San Justo), Huracán de Arroyo Molino, Agrario Rocamora, San Martín de Herrera, Defensores de Talita y Juventud de Caseros. También fugazmente existieron Atlético Herrera y Atlético Caseros.
En la Colonia nos recordaron que también hubo un programa de radio: Viviendo el Fútbol Zonal (por la 39, La Voz de Paysandú); con Eduardo Amaral y Osvaldo Cornejo, que a su vez sacaron una revista mensual: Revista Zonal, a partir de agosto del 66.
El 5 de enero de 1949 la Colonia Los Ceibos, que sumaba la totalidad de 83 lotes, uno para cada familia, y 1 más como reserva de la Administración de la Colonia, ubicado en el centro de la misma, tuvo su fundación.
La Barra del Local pudo comprobar el domingo, seis décadas después, que el aire no es el mismo. Se respira tranquilidad y paz. Se ve familias en la cancha. Todos se saludan con todos. No hay padres puteando a los árbitros o a los que juegan contra sus hijos en los preliminares, por más que se pierda 5 a 0 y 5 a 0. Se ve gente que toma mate de espaldas al alambrado, sin siquiera importarles el desarrollo del juego o que Atlético sigue metiéndole goles al equipo del pueblo. El rival festeja en terreno visitante como merece, tras su lapidaria actuación. Y nadie impide su recompensa.
Ojalá Agrario no camine hacia el peligro de extinción en el que parece haberse atrapado al sentido común. Nuestro fútbol no sólo debe imitar y disfrutar ciertas costumbres, sino rescatarlas. El fútbol uruguayense necesita de la tranquilidad del Agrario como un aporte más. Que el tsunami de la inmediatez y los resultados no nos arrastre esta ilusión.

Agradecemos datos, historia y fotografía al Gringo Villanova.